miércoles, 4 de agosto de 1999

Fiestas de La Blanca

Las fiestas en honor de la Virgen Blanca (Andre Maria Zuriaren jaiak en Euskera), más conocidas entre la ciudadanía como las fiestas de La Blanca o fiestas de Vitoria (o Gasteiz), son las fiestas principales de Vitoria-Gasteiz. Como su nombre indica, están dedicadas a la Virgen Blanca, patrona de la ciudad, y tienen lugar del 4 de agosto, día en el que se da inicio a las fiestas con el Txupinazo (y bajada de Celedón), hasta la noche del 9 al 10 de agosto, en la que se dan por finalizadas las fiestas con un espectáculo de fuegos artificiales (y la subida de Celedón), siendo el día 5 el día principal de la festividad, coincidiendo con el día de la Virgen Blanca.
Estas fiestas son además especiales para los blusas y neskas gasteiztarras ya que son las fiestas en las que más cobran vida las cuadrillas y en las que realizan la mayoría de sus actividades.

Pero no adelantemos acontecimientos, vamos primero con un poco de historia profundizando en las denominadas fiestas principales de Vitoria-Gasteiz, fiestas que como hemos visto están muy ligadas a la patrona de la ciudad. Es por tanto de recibo empezar hablando de dicha patrona.

La Patrona de la ciudad


Para la mayoría de nosotros, la patrona de Vitoria-Gasteiz, única y de toda la vida, es y ha sido la Virgen Blanca, por lo que vemos normal que en su honor se celebren estas fiestas, coincidiendo además la celebración con su día en el santoral. Pero, ¿ha sido esto así siempre?

No es baladí que el culto a la Virgen Blanca se remonta a los orígenes de la ciudad. Así, además de los fueros que aportó en 1181 el rey de Navarra Sancho VI el Sabio a la ciudad, refundándola sobre el poblado de Gasteiz como "Nova Victoria", los reyes de Navarra también introdujeron en la ciudad la devoción a esta advocación de la Virgen María. Sin embargo, esto no quiere decir que en aquella época la Virgen Blanca fuese la principal benefactora de los devotos vitorianos y, ni mucho menos, la patrona de la ciudad (si es que existía alguna patrona por aquel entonces). Esta creencia de que la Virgen Blanca es la Patrona desde los orígenes de la ciudad está basada, más que en documentos y hechos históricos, es una suposición (lógica y plausible) hecha por los historiadores de los siglos XIX y XX y que ha llegado hasta nuestros días como si fuese un hecho verídico.

Así, esta probado también que existe otra advocación de la Virgen María que ha tenido una devoción importante en Vitoria en sus inicios como ciudad. No es otra que Santa María, impulsada su devoción por otros reyes, los de Castilla, y en especial por otro rey sabio, Alfonso X el Sabio. Cuenta la historia que Alfonso X enfermó en Vitoria, estando en lo que el creía al borde de la muerte, y salvándose, según él, gracias a los rezos y plegarias que a Santa María hizo. Es un hecho biográfico que impresionó tanto al monarca que en la Cantiga 119 del Códice Rico de Florencia lo celebra con todo lujo de detalles:
Por eso os diré lo que me pasó cuando yacía en Vitoria tan enfermo que todos creían que iba a morir allí y no esperaban nada bueno de mí. Pues me dio tal dolor el dolor que yo mismo creí que era mortal y clamaba: Santa María, ayúdame y con tu poder extirpa este mal. Los médicos mandaron ponerme paños calientes pero yo los rechacé y en cambio, hice traer el libro de Ella; me lo pusieron y pronto me calmé dejé de gritar y de sentir el menor dolor y al poco tiempo me encontré muy bien...

Estamos hablando de la segunda mitad del siglo XIII, y este hecho valió para que Alfonso X se convirtiese en un gran benefactor de la ciudad, y en especial de una de sus iglesias. Así, este monarca fue el impulsor de la remodelación gótica de la actual catedral vieja de Vitoria, la catedral de Santa María (por entonces iglesia), construida a principios del siglo XIII bajo el reinado de Alfonso VIII de Castilla. Fue también Alfonso X quien donó a la ciudad la talla de Santa María, que siempre ocupó un lugar importante en la iglesia/catedral de su mismo nombre y que se encuentra actualmente en el Museo de Arte Sacro de la ciudad, sito en la catedral nueva, a la espera de que se vuelva o oficializar el culto en la catedral de Santa Maria. Esta talla, que cuenta ya con más de 700 años, estuvo presente en todos los acontecimientos importantes de la ciudad como representante de Santa María: el fuero, la voluntaria entrega, el juramento de los fueros de los reyes castellanos, etc. Casi se la podría considerar una patrona de facto...

Talla de Santa María de Vitoria en el
Museo de Arte Sacro (Fot. Quintas)
Pero Vitoria parece que ha sido una ciudad con gran devoción, y por ello había devotos para muchas vírgenes y santas, lo que hace que estas dos vírgenes, Santa María y la Virgen Blanca, no hayan sido las únicas con gran tradición. Así, otras vírgenes que también contaron con una fuerte tradición en Vitoria son, entre otras, la Virgen de la Esclavitud, la Virgen del Rosario, la Inmaculada, la Virgen de los Dolores o la Virgen de las Candelas. Sin embargo, parece ser que no fue ninguna de estas la que se hizo con el mayor protagonismo entre los vitorianos y el consiguiente patronazgo.

Sobre esto ha ahondado el historiador vitoriano Ismael García (ver referencias), aportando datos que nos llevan a pensar que con anterioridad a la patrona actual hubo en efecto otra, confirmada, y que esta otra no es si no Santa Ana, la madre de la Virgen María (es decir, de la Virgen Blanca).
La hipótesis de Ismael García parte de la referencia a varias citas, como la siguiente de Núñez de Cepeda de su obra "Hospitales vitorianos" (1931):
...sólo dos días, durante el curso del año, los moradores de Gasteiz y Vitoria se divertían clamorosamente (...) durante mucho tiempo el día de Santa Ana fue la fiesta principal de Vitoria, trasladada hoy al día cinco de Agosto en honor a la Virgen Blanca.

O esta otra cita del libro "Calles vitorianas" (1944), de Venancio del Val, en referencia al Cantón de Santa Ana:
Arranca el cantón de este nombre en la calle de las Escuelas para concluir en la de San Vicente de Paúl. Su nombre lo recibió de la gran devoción que en Vitoria existió hacia la madre de la Vírgen María. A ella se le tuvo durante algún tiempo por Patrona de la Ciudad y en su honor se celebraban fiestas, aún conocidas en el siglo XVIII

A partir de ahí, Ismael profundiza en la historia de Vitoria para comprobar que en efecto Santa Ana ha tenido un papel importante en Vitoria, teniendo calles, cantones, plazas e incluso una vecindad (la tercera) de la que aún en la actualidad es patrona. Existia en dicha vecindad una hornacina con una talla de Santa Ana -que se dice del siglo XV- que se conserva en la actualidad en el Museo Diocesano y de la que una reproducción de la misma fue recientemente recolocada en otra hornacina de otra vencindad (la anteriormente citada ya no existe) que venía ocupando la talla original durante las últimas décadas en esta otra vencindad, la segunda de la Correría.
La hipótesis de Ismael no esta desarrollada por completo (en ello está) y quedaría por determinar que llevó a esa pérdida de protagonismo de Santa Ana en favor de la Virgen María, pero es más que plausible que, en efecto, en algún momento entre los siglos XV y XVIII, Santa Ana fuese la patrona de Vitoria.

Volviendo a nuestra actual y querida patrona, ya en 1517 existe constancia de la existencia de una Virgen Blanca en Vitoria. Pero desde luego, un hecho destacado que hizo empezar a ganar protagonimo a esta frente al resto no es otro que el surgimiento, a iniciativa del Gremio de Cereros, de la Cofradía de Nuestra Señora la Virgen Blanca. Erigida canónicamente el 17 de junio de 1613 en la iglesia Parroquial de San Miguel Árcangel tenía (y tiene) por objeto honrar a Santa María, Madre de Dios, bajo la advocación de la Virgen Blanca y fomentar su devoción pública y privada así como promover todo tipo de actuaciones relativas a los ámbitos religioso, histórico, artístico y folclórico etnográfico relacionados con tal devoción. Con el transcurso de los años, y gracias en gran parte a esta cofradía, el culto a la Virgen Blanca se sistematizó en la ciudad.

En 1854 el concejo de la ciudad proclama a la Virgen Blanca, venerada en una iglesia importante de la ciudad como es la de San Miguel (donde se erigió su cofradía), como Patrona de Vitoria, un reconocimiento que el Vaticano ratificó en 1921. Su potente cofradía había conseguido cristalizar en patronazgo su fervor. Ese mismo año de 1854, para conmemorar el hecho, se encargó al escultor santero Alejandro Valdivieso una talla de la virgen, talla que se encuentra en la actualidad en la propia iglesia de San Miguel Arcángel, en su fachada exterior, presidiendo la plaza que lleva ahora su mismo nombre, la plaza de la Virgen Blanca (antigua Plaza Nueva), centro neurálgico de la ciudad. Ya en octubre de 1954, y para confirmar el protagonismo indiscutible que había obtenido en Vitoria, fue coronada canónicamente como Reina de la Ciudad en una ceremonia a la que acudieron miles de ciudadanos.

Talla de la Virgen Blanca en la hornacina de la iglesia
de San Miguel Arcángel (Fot. wikipedia)

Origen y evolución de las Fiestas de Vitoria


Como ocurre en la mayor parte de fiestas de ciudades y pueblos, estas tienen un origen religioso (católico), y las de Vitoria no son menos en este aspecto. De ahí este "breve" inciso del aparado anterior que nos ha servido para descubrir dicho trasfondo que toma cuerpo en la Patrona de Vitoria y, además de para recordar otras más que posibles patronas de la ciudad un tanto olvidadas en la memoria de los vitorianos, como son Santa Ana y Santa María, para ver como las tradiciones no son tan inamovibles como parecen o nos quieren hacer ver. Así se ve claramente que algo que parece que es de toda la vida y que por ello no debe cambiarse, en realidad se empezó a hacer en un momento dado y ha ido evolucionando, como todo.

Vamos ahora con las denominadas "fiestas principales" de la ciudad. "Principal" es un concepto un tanto abstracto, por lo que dependiendo la época histórica en la que nos encontremos, la considerada "fiesta principal" puede ser una u otra. En la actualidad, por duración, gente que moviliza y porque ya lo es de forma oficial, no cabe duda de que las fiestas principales son las fiestas en Honor de la Virgen Blanca. De ahí que también tengan el "título" de "Fiestas de Vitoria" o "Gasteizko Jaiak". Sin embargo este, como hemos llamado, título, no lo obtuvieron hasta 1884, año en el que, tras un acuerdo municipal, ya de forma oficial se decidió que los actos desarrollados durante las llamadas "Fiestas de Vitoria" fueran en honor de la Virgen Blanca, cuya festividad aparecería en el calendario litúrgico el 5 de agosto, celebrándose por tanto, como es natural, en agosto, para así coincidir con dicho día.

¿Pero qué había antes de 1884? Pues sucedía que bajo la denominación de "Fiestas de Vitoria" lo que se hacía era desarrollar una serie de actos y festejos durante los primeros días de septiembre (de 15 días de duración se puede ver que llegaron a ser en una nota del ayuntamiento de 1878), es decir, las fiestas de Vitoria eran los festejos y ferias que se celebran en la actualidad coincidiendo con la festividad de Olarizu, aunque suponemos que con más animación y una localización más amplia que la actual.

Para remontarnos antes de estas "ferias de Olarizu", que se popularizaron tanto en el siglo XIX, tenemos que volver a la Patrona de Vitoria, cuando en el anterior apartado se cita a Núñez de Cepeda indicando que "sólo dos días, durante el curso del año, los moradores de Gasteiz y Vitoria se divertían clamorosamente". Estos días parece ser que hacían referencia al 24 de junio, festividad de San Juan Bautista, y el 26 de julio, festividad de Santa Ana, la más que probable patrona anterior a la Virgen Blanca. Luego tenemos la cita de Venancio del Val que dice "A ella (Santa Ana) se le tuvo durante algún tiempo por Patrona de la Ciudad y en su honor se celebraban fiestas, aún conocidas en el siglo XVIII", y juntando las dos tenemos que, con anterioridad al siglo XIX, las Fiestas de Vitoria eran en julio y en honor a Santa Ana.

Fue durante el siglo XVIII y XIX que Santa Ana fue perdiendo su protagonismo frente a la Virgen Blanca, y es de suponer que fue en esos siglos que también las fiestas en honor a Santa Ana irían perdiendo importancia respecto a otras fiestas, como seguramente serían las organizadas en honor a la Virgen Blanca. Así pues, de todos estos datos se puede deducir que las festividades de Vitoria han venido siendo:
  • con anterioridad al siglo XVIII-XIX - en julio (alrededor del 26) en honor a Santa Ana
  • en siglo XIX la Virgen Blanca ya tendría bastante protagonismo, aunque que las fiestas en su honor fuesen o no las consideradas Fiestas de Vitoria son suposiciones por nuestra parte
  • siglo XIX - a principios de septiembre. Sobre todo la segunda mitad, y antes de 1884, hay un periodo en el que cobran gran protagonismo las "Ferias y Fiestas de septiembre", llegando a ser donominadas como Fiestas de Vitoria
  • a partir de 1884 hasta la actualidad - en agosto (coincidiendo con el 5) en honor a la Virgen Blanca
Este último cambio de fechas para trasladarlas definitivamente a agosto ya hemos dicho anteriormente que fue acordado en el Ayuntamiento, concretamente en una sesión de ese mismo año de 1884 presidida por el entonces Teniente Alcalde Romualdo Martínez de Alegría, con la finalidad de hacerlas coincidir con la festividad de la Virgen Blanca (el 5 de agosto). Sin embargo, en un principio las fiestas no comenzaban como en la actualidad el 4 de agosto, si no que empezaban el 1 de agosto. No será hasta 1953 cuando la Corporación municipal establezca el calendario festivo tal y como se conoce hoy en día.

La Blanca en la actualidad


En la actualidad las fiestas tienen su comienzo la víspera del día de la Virgen Blanca, el 4 de agosto, en la Plaza de la Virgen Blanca, situada en el corazón de la ciudad, donde miles de vitorianos y visitantes se reúnen para dar comienzo a la celebración con la bajada de Celedón, un muñeco que representa a un antiguo aldeano alavés, y que cruza la Plaza a través de un sistema de poleas. Tras la bajada, un miembro de una cuadrilla de blusas, caracterizado como tal, cruza la plaza desde el edificio hasta el que llegó el muñeco de Celedón (frente a San Miguel) hasta las escalinatas de San Miguel, odisea escoltada por los acompañantes del Celedón, voluntarios de diferentes cuadrillas de blusas y neskas. Tras llegar a la balconada de la Iglesia de San Miguel se le baila el tradicional aurresku y ya tras hablar se pueden oír los tradicionales y esperados: Gora Gasteiz!, Gora Celedón!... contestando la gente con un Gora! También se encienden puros y se descorchan miles de botellas de cava. Los jóvenes piden agua en las calles colindantes a la plaza y últimamente se bañan en céntricas fuentes. Así se inician las Fiestas, que duran del día 4 al 9 de agosto, siendo el día 5 el Día de la Virgen Blanca.

Bajada de Celedón
Son protagonistas de estas fiestas las cuadrillas de blusas, agrupaciones de vitorianos y vitorianas que ataviados con los trajes típicos organizan y protagonizan numerosas actividades y llenan de buen humor estos días. Se organizan diferentes espectáculos, conciertos y verbenas para todos los gustos en varios escenarios esparcidos por la ciudad. Orquestas y txarangas circulan las veinticuatro horas del día, especialmente por la zona del Casco Viejo, centro neurálgico de la diversión. También se instalan mercadillos y barracas, atracciones de feria, txosnas, se organizan corridas de toros por las tardes, fuegos artificiales y toros de fuego. Por la mañana hay vaquillas. Para los más tradicionales, el día 4 se realiza la Procesión de los Faroles, instaurada en 1895, en la que se pueden admirar estas joyas únicas, y se puede asistir al Rosario de la Aurora el día 5.

El día 7 se celebra el Celedón Txiki, una recreación de la bajada de Celedón, con los niños como protagonistas, que tienen actividades pensadas para ellos durante todas la fiestas. Por su parte, el día 8 de agosto está dedicado al blusa veterano, y las calles se invaden de nostálgicos de la tercera edad ataviados con blusones de todas las cuadrillas, incluídas algunas ya desaparecidas de los años 60. Y por último el día 9 de agosto es tradicionalmente llamado día del guarro, en la que las cuadrillas en los pasacalles, desfilaban embadurnados de harina, aunque esta tradicción cada vez tiene menos seguimiento por parte de las cuadrillas. También se potencian actividades culturales propias del País Vasco, con campeonatos deportivos de pelota vasca, y conciertos de trikitixa y campeonatos de bertsolaris.

Paseillo de ida de los blusas
La ciudadanía resulta muy importante en estas fiestas; los vitorianos disfrutan y participan activamente en la celebración, y son buenos anfitriones y guías para aquellos que deseen conocer su ciudad en estos días.

Además de la algarabía festiva son de gran importancia las funciones religiosas que tienen lugar los días 4 (Vísperas, Procesión de los Faroles) y 5 de agosto (Rosario de la Aurora y Misa Pontifical), a las que acuden miles de vitorianos. Es la Cofradía de la Virgen Blanca, bajo los auspicios de la Diócesis de Vitoria, el principal motor de estas celebraciones.


Referencias:
- Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz
- Enklabe Arquológica (blog de Ismael García)
- La "otra" patrona de Vitoria (El Correo)
 

Celedón - Enrique Orive

Enrique Orive fue un caso especial en las encarnaciones de Celedón, y es que lo fue solo durante un año, el convulso 1976, y no sin polémica. Pero como Celedón y parte de la historia de las fiestas que fue y es, aquí le dedicamos su artículo correspondiente.

Enrique Orive Galindo nació en la localidad vizcaína de Barakaldo un 22 de octubre de 1928. Allí paso sus primeros años hasta que le toco hacer el servicio militar en Vitoria, ciudad que desde ese momento le acogió como hijo adoptivo, ya que fue en Gasteiz donde Enrique se instaló y tuvo su negocio (además de hacer sus "pinitos" como novillero), se casó con su esposa Maríasun Abad, y tuvo tres hijos.

Enrique junto a su esposa Maríasun en la plaza de toros de Vitoria
(Fot. ARQUÉ 1959 - Arch. Mun. Vitoria-Gasteiz)
Vayamos ahora con la historia que le ha traído hasta aquí, la encarnación que hizo de Celedón en 1976. Para quién no lo sepa, 1976 es tristemente recordado en Vitoria-Gasteiz por los sucesos del 3 de marzo, sucesos que habían cargado la ciudad de un aire enrarecido. Con ese ambiente, un tanto tenso, las fiestas iban a seguir adelante con sus celebraciones, pero sin los blusas, que habían decidido no salir ese año a las calles a llenarlas de alegría. En este sentido, el Celedón oficial en aquella época, José Luis Isasi, tomó la respetable decisión de no darle vida ese año, hecho que llevaba realizando desde 1957. Las fiestas por tanto, si nadie lo remediaba, se iban a quedar huérfanas de su personaje más emblemático.

En este punto, el presidente de la Comisión municipal de Festejos recibió una llamada: "Si no tenéis a nadie más, aquí estoy yo". Era Enrique Orive. Y quería vestirse la blusa, agitar en el aire el paraguas abierto al sol, y llevar el hatillo colgado del antebrazo única y exclusivamente "por mi pueblo, Vitoria, y por la Virgen Blanca”. La candidatura de Orive permaneció en el más hermético de los anonimatos hasta la tarde del chupinazo. Nadie, a excepción de su familia y de algunos miembros del Ayuntamiento, sabía quien representaría al mítico personaje.
Aquel 4 de agosto de 1976 el calor era sofocante. La plaza de la Virgen Blanca aparecía minutos antes del chupinazo llena de vitorianos "aunque no tan apretadamente como otros años", escribió un cronista. En las escalinatas de San Miguel se situaba la banda de música y, enfrente, los gigantes y cabezudos. A las seis en punto, el alcalde José Casanova encendía el cohete. La banda atacó entonces con ganas el pasacalle "Celedón". El muñeco inició su lento descenso por el cable y, al llegar al final del trayecto, se transformó -como manda la tradición- en una persona de carne y hueso.

Celedón encarnándose en la balconada
(Fot. Antonio Guallar - Norte expres, 6 ago. 1976)
Enrique Orive saludó durante unos instantes desde el balcón, bajó después a la plaza e inició el paseíllo hasta la balaustrada de San Miguel. En la crónica del día siguiente se escribió:
El ex-torero Enrique Orive, cuya identidad como "Celedón" se había guardado en riguroso secreto, hace su aparición en la balconada, provocando las preguntas de algunos, los aplausos de muchos y los pitos de otros. Lo de "torero" lo sigue llevando dentro y sigue provocando la "división de opiniones".

"Durante el recorrido me ha emocionado la acogida de la gente, que me abrazaba y me besaba. Ha sido para mi un honor, un placer. Hoy es uno de los dias más felices de mi vida", comentó Orive a los periodistas poco después de encarnar, por primera y única vez, al famoso personaje.

Celedón -el invitado principal de La Blanca- acudió a su cita de agosto gracias a Enrique Orive. Para agradecer este gesto hacia la ciudad, el valiente novillero fue galardonado ese mismo con la prestigiosa insignia del Celedón de Oro, que siempre lució en la solapa con merecido orgullo.

Enrique Orive con el paraguas símbolo de Celedón
(Fot. L&P, 1995)
En septiembre de 1997, a los 70 años, nos dejó este vitoriano de corazón que tuvo el honor de ser la segunda persona en la historia que encarnó a Celedón y, tras cuatro "generaciones" de celedones, el único que no procede de una cuadrilla de blusas.

Referencias:
  • Gaceta Municipal de Vitoria-Gasteiz (25/07/1998)

Celedón - José Luis Isasi

José Luis Isasi Montalban pasará a la historia como la primera encarnación de Celedón tal y como hoy lo conocemos. Y es que de los nueve amigos que allá por 1957 decidieron realizar por primera vez esa representación que ahora indispensable para dar comienzo a las fiestas de La Blanca, la bajada de Celedón, el fue el encargado de personificarlo, acto que además repetiría en otras 20 ocasiones más.

Empecemos por el principio. José Luis Isasi nació en la capital alavesa el 18 de septiembre de 1930, en un piso de la plaza General Loma en el seno de una conocida familia de la ciudad. Estudió en la "universidad de Ali", la manera divertida con la que él y sus amigos llamaban al colegio público de la calle Ramiro de Maeztu. En Gasteiz trabajó como administrativo de una empresa de construcciones, y también en Gasteiz se casó con su mujer Esther Polo y tuvo tres hijas. Y como vitoriano de pro, en fiestas salía con sus amigos dentro de una cuadrilla de blusas... y aquí es donde empieza su "otra" historia.

Estamos ahora en 1957, cuando 9 jovenes amigos de la cuadrilla de blusas de Los Timidos (y los Zeneques dos de ellos) deciden llevar a cabo una idea sugerida dos años antes por dos de ellos en un programa de radio de la época a raiz de unas tiras cómicas de la revista "Celedón", en las que se veía a un Celedón buen mozo vestido con el traje típico, arquetipo de alvés y amante de la fiesta, bajando de la gloria (el cielo) a Vitoria, donde recorría los bares con divertidas ocurrencias. Y lo que prepararon estos amigos es ya de sobra conocido, la "bajada de Celedón" (tenéis más detalles de esta historia aquí), y fue Isasi, que pensaron los amigos que encajaba como un guante en la figura del personaje festivo, el encargado de encarnarlo tras este su primer vuelo por los cielos de Vitoria.

Isasi encarnando a Celedón en su primer Txupinazo
(Fot. ARQUÉ - Arch. Mun. de Vitoria-Gasteiz)
Aquí tenemos un artículo en el que el propio Isasi nos cuenta como vivieron aquellas fiestas y, en especial, aquel día 4 de agosto de 1957:
De este día guardo un recuerdo imborrable, ya que desde hora muy temprana -serían las 7 ó 7.30 de la mañana - cuando nueve amigos vitorianos, (Sánchez-Íñigo, López de Guereña, Ipiña, Azpiazu, Jiménez, Madinaveitia, Pérez de San Roman, Sedano y un servidor iniciamos el ascenso por el interior de la torre de San Miguel y sus empinadas escaleras con todos los artilugios necesarios para preparar el primer descenso de “Celedón” (no oficial, ya que poca gente conocía lo que se avecinaba a las 6 de la tarde, excepto el alcalde Ibarra y algún concejal).

Íbamos Cargados con cables, alambres, cuerdas, anillas, trócolas, el paraguas -¡no fuméis, decía Sedano, que no vais a llegar sanos al cimborrio!- y el personaje principal de aquel día (el querido muñeco “Pepito”), de aproximadamente un metro de estatura, confeccionado por mi hermana Anamari bajo “diseño” de un servidor, con “vida” propia y mirada lánguida.

Este personajillo ya conocía perfectamente las fiestas de Vitoria, ya que las disfrutó a tope acompañado siempre por Jesús Jiménez “El Chato”, con una compenetración tal que sólo le faltaba comunicarse verbalmente con Jesús.

El pobre sufrió dos importantes contratiempos; el primero, el tremendo sopapo que se dio sobre el tejado de la iglesia de San Miguel al romperse el cable que lo sustentaba en la bajada y, el segundo, y más grave, fue su muerte por ahorcamiento en un árbol del parque de La Florida, desconociéndose hasta ahora el nombre del “asesino” que le dio “matarile”. Posteriormente desapareció su cadáver, ignorándose hasta la fecha su paradero.

Como él mismo dice en el artículo citado, esta primera edición fue una sorpresa para casi todo el mundo, que esperaban el pregón anunciador por parte del alcalde y no la estelar aparición de Celedón bajando (en picado) desde la iglesa de San Miguel.

Y así fue como Isasi se convirtió esas fiestas en Celedón, personje que, excepto por el paréntesis de 1976, interpretaría a la perfección durante 21 fiestas más, hasta las de 1979, estas incluidas. 22 años en total, casi nada.
Hasta 1971, Isasi vistió el traje de Celedón igual que vestían la antigua cuadrilla de Los Tímidos, a la que él y sus amigos pertenecían, es decir, ¡con blusa negra!

Celedón-Isasi antes de 1971, con blusa negra
En 1971, además de el cambio de escenario en la bajada, pasando de acabar en la Plaza Nueva a acabar en la Virgen Blanca (debido a unas obras de remodelación y ya aprovechando para hacer la bajada en una zona más amplia), se decidió optar por la blusa a cuadros para el traje de Celedón (aún no hemos averiguado por qué), elecciones ambas que se mantienen en la actualidad.

En 1980 cedió el relevo a Iñaki Landa y se despidió con lágrimas de emoción, y con el honor y orgullo de haber sido el original Celedón.

Isasi atravesando la Virgen Blanca camino a la balconada
(Fot. J.L. Barroso - 1973 - Arch. Mun. de Vitoria-Gasteiz)
Todo esto le valió a Isasi para ser nombrado en 1970 Celedón de Oro. Así mismo, su imagen inspiró la escultura instalada en el 2005 en la balconada de la Iglesia de San Miguel.

Isasi muere el 19 de septiembre del 2007 a los 77 años, coincidiendo con 50 aniversario de la primera bajada de Celedón, año en el que se tenía previsto que fuera él el que lanzase el txupinazo (e incluso, aunque esto ya era más complicado, acompañar al Celedón del momento, Gorka, junto a Landa, en el recorrido de la Virgen Blanca), acto que no pudo hacer debido a que en esas fechas ya se encontraba enfermo. El Ayuntamiento, ese mismo año, y a título póstumo, le concedió el reconocimiento de Hijo Predilecto de la ciudad, titulo con el que Isasi se une a otros distinguidos vitorianos que también han sido nombrados "Hijos Predilectos", como Venancio del Val o Alfredo Donnay.


Aunque ya se haya ido, siempre podremos pasear por la balconada de San Miguel y recordar su figura en la estatua de Celedón, observando la plaza de la Virgen Blanca, en posición privilegiada desde donde poder ver todas las bajadas de Celedón que quedan por llegar.

Gracias José Luis por este gran evento que nos brindaste a todos los gasteiztarras.
Beti arte Isasi!!!
Referencias:
  • Gaceta Municipal de Vitoria-Gasteiz nº7 (julio-agosto 2001)
  • Gaceta Municipal de Vitoria-Gasteiz nº73 (julio-agosto 2007)
  • El Correo